El futuro de la política exterior bajo el gobierno de Trump 

El futuro de la política exterior bajo el gobierno de Trump

Dr. Jiri Sykora

Académico de la Licenciatura en Relaciones Internacionales* 

La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del pasado martes 5 de noviembre plantea muchas preguntas, pero la que más se escucha es ésta: ¿qué tipo de política exterior tendrá? 

En cierto sentido, debería ser una pregunta fácil de responder, ya que tenemos datos que valen todo un mandato presidencial para analizar. Pero el primer mandato de Trump se caracterizó por una volatilidad significativa en política exterior, lo que hace difícil señalar una estrategia totalmente coherente. Es más, Trump ha afirmado que durante su primer mandato estuvo frenado por asesores desleales y burócratas reticentes, lo que sugiere que su segundo mandato puede ser muy diferente. 

Lo que sí sabemos es que, hasta cierto punto, el personal es una cuestión de política, especialmente en la órbita de Trump, donde camarillas rivales de asesores han competido por el poder y la oportunidad de susurrarle al oído. Si bien nadie puede predecir con certeza qué decidirá hacer específicamente Trump en su segundo mandato, en los meses previos a la investidura de Trump el 20 de enero deberíamos tener una idea del equipo que está reuniendo. ¿Quién, al final del día, tendrá su oído? 

También sabemos que Trump tiene convicciones firmes y de larga data sobre dos temas: inmigración y comercio. No está claro exactamente hasta dónde decidirá Trump en última instancia o podrá llegar en estos dos temas. ¿Cuántos inmigrantes indocumentados podrá deportar? ¿hasta dónde aumentará los aranceles? ¿afectará a todos o dejará libres a nuestros socios comerciales más cercanos? A pesar de cierta incertidumbre sobre el alcance, hay muchas razones para creer que en estos temas clave, Trump se distanciará radicalmente de la administración Biden. 

En cuanto a China, es posible que la administración Biden tenga más continuidad de la que cabría esperar, en parte porque sus políticas fueron en gran medida una continuación de las de Trump. Biden mantuvo la mayoría de los aranceles de Trump a China (y añadió algunos específicos de su propia cosecha) y mantuvo en gran medida la postura inflexible que Trump había articulado en su primer mandato. 

En Oriente Medio, también cabe esperar más de lo mismo: un apoyo continuo a la seguridad de Israel, probablemente con menos esfuerzo por moderar la campaña del primer ministro Benjamin Netanyahu en Gaza o por abordar las preocupaciones de las y los palestinos; una continua falta de interés en reactivar el acuerdo nuclear con Irán y un interés constante en aplicar presión; y esfuerzos continuos por ampliar los Acuerdos de Abraham desarrollando aún más la asociación con Arabia Saudita. 

El prometido regreso de una política exterior de “Estados Unidos primero” seguramente irritará a aliados y socios. En ese frente, el mayor interrogante se cierne sobre Ucrania. Trump prometió durante la campaña que podría poner fin a la guerra tan pronto como asumiera el cargo, una promesa que muchos interpretaron como una traición a Kiev y una complacencia con Vladimir Putin. Su compañero de fórmula, J. D. Vance, ha propuesto un plan de paz que se parece mucho al de Putin, y algunos de los asesores de Trump, como Elbridge Colby, han enfatizado la necesidad de alejarse de Ucrania para centrarse en China. 

Pero otros asesores y muchos republicanos en el Congreso son mucho más partidarios de Ucrania. Mike Pompeo, que se desempeñó como director de la CIA y secretario de Estado en el primer gobierno de Trump y bien podría desempeñarse en el segundo, ha pedido a Estados Unidos que “apoye a Ucrania en su lucha existencial por la supervivencia nacional”. En todas las capitales occidentales, los funcionarios esperan con gran expectación ver qué camino tomará Trump. 

Hay mucha incertidumbre, por supuesto, de modo que deberíamos mostrar humildad sobre nuestra capacidad para predecir qué políticas exteriores seguirá Trump. Pero lo que es seguro, es que hay mucho en juego para Estados Unidos, en particular dada la intensificación de la competencia con China, un “eje de autocracias” cada vez más preocupante (China, Rusia, Irán y Corea del Norte) y los crecientes reclamos en el Sur Global para que haya más asientos efectivos en la mesa. 

Posibles escenarios en los temas prioritarios de la agenda bilateral entre Estados Unidos y México durante el segundo mandato de Trump 

No son previsibles cambios drásticos en la relación bilateral una vez que Trump asuma el poder en 2025. Pero es posible que las presiones y el discurso agresivo del republicano prevalezcan en los primeros meses. Como fueron promesas de campaña, el Presidente electo atenderá los asuntos migratorios, de comercio y de seguridad, que considere son parte importante del interés nacional de Estados Unidos. Trump va a estar interesado en cumplirle a sus electores porque cree que tiene un mandato popular. Sin embargo, su apuesta política es fundamentalmente interna. Es decir, Trump concentrará sus esfuerzos por combatir la inflación y organizar su gobierno para promover su agenda conservadora en temas culturales y económicos, orientada hacia el apoyo de los grandes capitales en su país. 

En el caso de México, por su vecindad e interdependencia económica, los escenarios planteados ilustran una relación tensa, pero que, en el fondo, no modificará el dinamismo de la estrecha interrelación que hay en Norteamérica, y que va más allá de las filias y fobias o de la mera voluntad política de sus gobernantes en turno. 

Es previsible que ambos gobiernos mantengan una política exterior pragmática y con una menor dosis ideológica. Los gobiernos anteriores asumieron ese posicionamiento. El pragmatismo puede abrir canales de interlocución y de cooperación bilateral. Para Trump y para Sheinbaum, los intereses económicos y la solución de asuntos mutuos están por encima de las diferencias ideológicas. Aunque México tenga un gobierno de izquierda y Estados Unidos uno de ultraderecha, el entendimiento y la cooperación son posibles. Los problemas compartidos y la fuerte vinculación económica obligan a ambos países a buscar esquemas de colaboración bilateral. 

*Artículo entregado 26 de noviembre del 2024 

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