Ser mujer en comunidad: experiencias de aprendizaje y resiliencia
Miriam Sarahi Flores Cruz
La experiencia de ser mujer ha cambiado drásticamente con el paso del tiempo. Las circunstancias a las que nos enfrentamos día a día pueden parecer adversas, pero hemos encontrado en nuestras iguales un espacio de acompañamiento y refugio para afrontar los desafíos. Ser mujer implica resiliencia, fortaleza y comunidad.
Esa misma resiliencia se hace presente en San Cayetano, ubicado en el municipio de San Luis de la Paz, Guanajuato. Durante el campamento de Inserción 2024, mujeres y adolescentes de comunidades cercanas participaron en una actividad organizada por alumnas de la Universidad Iberoamericana León para conmemorar el 8 de marzo. A través de este encuentro, conocimos distintas formas de ser mujer y realidades marcadas por la migración, a donde principalmente los hombres deben partir en busca de mejores oportunidades económicas, dejando atrás comunidades predominantemente femeninas. Escuchamos historias de quienes caminan largas horas para acceder a la educación o acudir a la iglesia, de mujeres que han asumido el papel de sustento familiar y de aquellas que han construido redes de apoyo entre ellas, demostrando que la comunidad es clave para la resiliencia.
Mi viaje de aprendizaje no terminó ahí. En Cuetzalan del Progreso, Puebla, fui recibida con los brazos abiertos para realizar mi servicio social en la escuela Tosepan Kalnemachtiloyan (que en náhuatl significa “escuela para todos”). Allí, conocí a las tamachtijkej (maestras en náhuatl), mujeres comprometidas con la preservación de su lengua materna y con la educación de niños, niñas y adolescentes de comunidades indígenas.

Esta institución, reconocida por la Secretaría de Educación Pública (SEP) en los niveles de preescolar, primaria y secundaria, no solo promueve el aprendizaje del náhuatl, sino que también fomenta el respeto y el compromiso con el cuidado de la naturaleza. Actividades como la cosecha anual de miel melipona, en la que los estudiantes participan activamente, les permiten desarrollar conciencia sobre los recursos naturales y el esfuerzo que implica su aprovechamiento responsable.
Me sorprendió profundamente ver que el conocimiento no solo se transmitía en el aula, sino también en la comunidad. Las mujeres eran las principales guardianas del saber, tanto en su lengua materna como en ámbitos como la defensa del territorio, la medicina tradicional y la gestión de proyectos sociales. A través de la unión de cooperativas Tosepan, han demostrado que el trabajo colaborativo es una herramienta clave para la transformación social.
Durante mi servicio social, tuve la oportunidad de colaborar con las maestras en distintas actividades, desde la organización de eventos y reuniones con familias hasta la evaluación de estudiantes. Pasar tiempo en la oficina de la directora me permitió conocer de cerca las realidades que enfrentan estas mujeres: la lucha por la preservación de los recursos naturales, la incidencia en la política local, la crisis hídrica debido al desabasto de agua, la discriminación y la deserción escolar. Sus esfuerzos me enseñaron nuevas formas de ser mujer, de ejercer mi futuro como psicóloga y de entender mi papel como ciudadana. En un mundo donde la competitividad suele permear, ellas me mostraron el valor del cooperativismo, del respeto a la Madre Tierra y de la importancia de trabajar en comunidad.
Cuetzalan, un lugar de clima tropical, donde el verde de la vegetación domina el paisaje y el aroma a tierra mojada impregna el ambiente. Sus atardeceres son de los más hermosos que he visto, pero lo que realmente marcó mi experiencia fueron las historias de lucha y resistencia que conocí allí. A quienes me abrieron las puertas de su comunidad, gracias. Gracias por recordarme que la unión hace la fuerza.
Miriam Sarahi Flores Cruz es estudiante del octavo semestre de la Licenciatura en Psicología en nuestra Universidad. El verano pasado, Miriam realizó su Servicio Social en modalidad: Inserción, la cual consta de nueve semanas de trabajo intensivo, con pertenencia social, en una Institución fuera de nuestra ciudad.
En el marco del mes del Día Internacional de la Mujer, Miriam nos narra su experiencia en el Servicio Social de Inserción, desde una mirada que resalta el trabajo y unión de las mujeres con las que tuvo la oportunidad de compartir esta experiencia.
El testimonio de Miriam Sarahi nos invita a continuar buscando espacios formativos como el de Inserción, pues su caso refleja que un Servicio Social puede ir mucho más allá del cumplimiento de horas; puede ser una experiencia en la que se conoce y aprende de personas que viven una realidad distinta a la nuestra, llevándonos incluso a replantear la propia.
Gracias Miriam, por compartirnos un poco de tanto de lo que diste y recibiste de esta experiencia.
Mtra. María Fernanda Vázquez Obregón
Directora del Centro de Formación y Acción Social
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