Alimentar la esperanza frente a los retos del 2025 

Alimentar la esperanza frente a los retos del 2025

Mtro. Luis Alfonso González Valencia, S.J.

Rector

En mayo de 2024, el Papa Francisco proclamó el 2025 como Año Jubilar de la Esperanza. Consciente de los grandes desafíos que enfrenta el mundo, el Santo Padre ha querido recordarnos la importancia de renovar nuestra confianza en el futuro y en el amor de Dios. 

En tiempos marcados por la violencia y la injusticia la Iglesia nos llama a mantener viva la esperanza. ¿Cómo cultivar el entusiasmo cuando el presente resulta tan desalentador? Es precisamente en medio de esta realidad compleja y dolorosa donde más necesitamos sembrar acciones desde la serenidad, la templanza y el amor. Sólo así podremos transformar el dolor en resiliencia y la incertidumbre en confianza en un futuro mejor. 

Para la tradición cristiana y, en particular, desde una mirada jesuita, la esperanza no debe entenderse sencillamente como optimismo ingenuo o como una espera pasiva, sino como virtud profundamente arraigada en el amor divino y fraterno. Es decir, es una esperanza activa que nos invita a trabajar cotidianamente por la justicia, la paz y la dignidad humana. 

Hoy, el panorama mundial es desafiante y desconcertante. En nuestro país, la violencia y la crisis de desaparecidos sigue golpeando la realidad de cientos de miles de familias que buscan a sus seres queridos sin descanso. La crisis migratoria, acentuada por el reciente cambio de gobierno en los Estados Unidos, ha dejado en los últimos días a miles de personas y comunidades enteras en completa incertidumbre. Mientras tanto, en Gaza la guerra continúa desplazando a cientos de miles de personas, arrebatándoles su hogar y su futuro. Todo lo anterior, aunado al constante deterioro ambiental que afecta, principalmente, a las comunidades más vulnerables, nos confronta con una realidad convulsionada y difícil. 

Frente a este panorama, lo más sencillo sería abandonarnos a la apatía y la frustración, pero como cristianos estamos llamados no sólo a mirar el sufrimiento, sino a reconocer que en medio de estas realidades hay vestigios de luz que siguen brillando en el mundo. En palabras del Papa Francisco: necesitamos recuperar la alegría de vivir, porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26), no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente, amoldándose al momento presente y dejándose satisfacer solamente por realidades materiales. Eso nos encierra en el individualismo y corroe la esperanza, generando una tristeza que se anida en el corazón, volviéndonos desagradables e intolerantes.1 

De ahí que valga la pena recordar que, a pesar de la violencia, existen comunidades, iniciativas y proyectos que han encontrado en la justicia y la reconciliación un camino de sanación, y que han sido para otras y otros, verdaderos signos de esperanza. Frente a la crisis migratoria, miles de personas y organizaciones han abierto sus puertas para brindar refugio y acompañamiento a quienes han sido forzados a dejar su hogar. En zonas de conflicto, los gestos de generosidad y fortaleza han logrado sostener la dignidad de los más vulnerables. Y dentro de nuestro propio contexto universitario, somos testigos del compromiso cotidiano con el bien común, la educación integral y la solidaridad social de nuestras y nuestros colaboradores y estudiantes. 

Este Año Jubilar es una invitación abierta al mundo para renovar nuestra confianza en la vida y a no ceder al desánimo. Pero, sobre todo, es un recordatorio de que la esperanza es una fuerza transformadora capaz de reconstruir aquello que parecía perdido y de sanar los dolores más profundos. Deseo que como miembros de una universidad jesuita, nuestro testimonio ante el dolor del mundo no sea la indiferencia, sino el compromiso de llevar la luz de la esperanza donde más se necesite y no olvidar, incluso en las adversidades, la buena nueva que nos comparte el Papa Francisco: Spes non confundit, ¡La esperanza no defrauda! 

[1] Francisco, Spes non confundit: Bula de convocatoria del Jubileo Ordinario del Año 2025, Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 2025.

EN ESTE NÚMERO

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